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(Este programa es público, ajeno a cualquier partido político. Queda prohibido el uso para fines distintos a los establecidos en el programa)


OPTIMUS 

Por: Jorge A. Pérez González                                  

www.optimusinformativo.com         

Domingo 5 de enero  2020

Da inicio este año con la mejor noticia que podemos recibir, no habrá elecciones en Tamaulipas y eso nos dará la oportunidad de no perder el tiempo en enfrentamientos insulsos, en discusiones sin fin, en rompimientos familiares y mucho menos en campañas negras promovidas por los “Bots Similares”, (que son lo mismo pero más baratos).

Iniciemos pues el año con noticias perrunas, esas que cada vez aparecen menos en este espacio, pues la partida de “El Kalusha”, hermoso perro labrador negro, (perdón, de color), quien era un experto en política, hizo que desapareciera de aquí el sabroso encanto de la ironía. 

“El Ringo” perro enano pariente de “Snoopy” solo se dedica a cuidar niños, no hay mejor vigilante de nietos que un perro de la raza Beagle, así que si usted, querido lector, está ya a punto de tramitar su credencial del SINSEMEN, no pierda la oportunidad de adquirir para su esposa un perro con derecho de picaporte, que sin duda se convertirá en la adoración de sus nietos.

Pero divida el espacio de su patio, todos los perros tienen por naturaleza “perronalidad” diferente, así que requieren de áreas exclusivas para poder convivir.

Tal es el caso de “La Serenna” única dama canina que habita esta casa y que tiene para ejercer su libertad una esquina completa, la cual la divide un portón, pues tiene por costumbre mostrar agresivamente los dientes, cuando coinciden en su espacio los otros miembros caninos de la familia.

“El Bruno” perro Labrador chocolate que cumple funciones de hijo de familia, de esos que nunca se van de la casa de la madre, sabe perfectamente que el carácter de ella no es el más adecuado socialmente hablando, por lo que con su enorme tamaño ha aprendido a escalar cercas de malla ciclónica, con la única intención de abandonar ese espacio compartido, ganando la calle y literalmente poniendo en vilo a toda la cuadra, pues por su tamaño, parece oso grizzli, recién llegado de alguna provincia de Canadá.

Los vecinos no saben que en este caso en particular el tamaño no importa, pues lo que tiene de enorme lo tiene de collón y aunque ladra muy fuerte, son más los pasos para atrás que realiza que los que representan peligro para el transeúnte. 

Sin embargo, ante la cantidad de denuncias, es preferible devolver al patio al perro escalador, (perdón, Labrador).

Vivir con perros es algo especial aún que no tengan habilidades políticas, simplemente observarlos es algo que motiva el espíritu. Si es que existe la reencarnación, me gustaría volver a esta tierra envuelto en disfraz de perro, no importa el tipo o la raza, pues creo que ellos viven poco por que aprenden rápido a ser felices y jamás cuestionan la tonalidad de su pelambre.

Ninguno de los que he conocido en la vida, sufre de envidia, tampoco son racistas, mucho menos sufren homofobia, hacen su trabajo cuando lo tienen que hacer y juegan, juegan mucho, porque entienden perfectamente que es poco el tiempo con el que cuentan, pero además son los más grandes caballeros para el trato con una dama, hay que verlos cuando llega el momento del apareamiento para aprender a saber que el desprendimiento de los propio es la mejor arma para conseguir lo que desean, preservar la especie.

En ellos, no existen los “perranicidios”.

Tampoco alrededor de ellos, se centran discusiones políticas que pongan en riesgo la unidad familiar y el mejor ejemplo de ello es la siguiente anécdota. 

Esta semana tuve una discusión con mi sobrino Ray, al ver a su mascota le pregunté; -¿Cómo se llama?- Con su cara de Millennial me contestó rápidamente: -Quien-. De inmediato reviré; -Tu perro, ¿Cómo se llama? Una vez más entrecerró los ojos y dijo; -Quien-. Tratando de contener la furia, para que no se me notara como la que invadió al Papa Francisco hace días, volví a preguntar pero remarcando las palabras; -¿Qué cómo se llama tu perro?- Y la respuesta fue de la misma manera, remarcando cada palabra; -Tío, mi perro se llama QUIEN-.

Jorge Alberto Pérez González

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