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ASESINO DE FÁTIMA

(Este programa es público, ajeno a cualquier partido político. Queda prohibido el uso para fines distintos a los establecidos en el programa)


Por Mario Ramos

ASESINO DE INGRID, TE VOY A “PARTIR TU PUTA MADRE” …

Maldito feminicida “hijo de perra”, Que se lo lleve su “chingada madre”psicópata “hijo de su pinche madre”, son sólo algunas de las expresiones que hoy inundan las redes sociales. Aunque todas tratan de demostrar empatía hacia la tragedia por las mujeres asesinadas, no podemos los mexicanos estar más equivocados en nuestra forma de hablar.

No da cuenta el ciudadano que en sus insultos tradicionales duerme el macho agresor que tanto daño ha causado. Y es que, cada vez que injuriamos a un criminal, este pasa a segundo plano cuando su progenitora, su madre (una mujer), termina siendo la receptora del odio en nuestras oraciones.

Si no, basta con desglosar el insulto y preguntarnos:

¿El castigo ideal para un delincuente es partir a su madrecita a golpes?, sin mencionar que también se la hemos denostado llamándola “puta” y “perra”.

Y si la mamá del supuesto asesino/a es “puta” ­—que con esta palabra los mexicanos suelen referirse a las sexoservidoras—, ¿es condición de ellas, de las “putas”, el dar a luz únicamente hijos criminales?, ¿es su vientre, por dar un servicio sexual para sobrevivir, fábrica de maldad, objeto de odio y venganza?

¿Merece su madre, la del delincuente, ser deshumanizada sólo por haberlo parido?, ¿merece que la llamemos “perra” y también “pinche” —de poca cosa, de basura, de estorbo, “pinche perra”, “pinche objeto”, “pinche lavadora de dos patas”?

Sólo hay una palabra acertada emanada de la ira del mexicano, y es la que refiere a arruinar: “chingada”. Ciertamente, con nuestra actitud, valores —falta de ellos, más bien—, lo único que estamos logrando es destruir, arruinar, “chingar” aún más a las mujeres: nuestras madres, nuestras esposas, nuestras hijas.

Alarmante es que esta forma de nuestro lenguaje no sea exclusiva de los varones, también es utilizada por féminas, por miembros de la sociedad LGTB (muchos de los cuales aspiran a ser mujeres), y hasta por niños y niñas que claramente ya no criamos, sino que malcriamos con nuestras expresiones.

Cambiemos ya nuestra forma de hablar….

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