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El futuro de todo EU se definirá en Texas

(Este programa es público, ajeno a cualquier partido político. Queda prohibido el uso para fines distintos a los establecidos en el programa)


La semana pasada el candidato demócrata a congresista por el disputado distrito 23 de Texas hacía campaña con un invitado especial: Xavier Becerra, congresista californiano y presidente del grupo demócrata en la Cámara de Representantes.

La simbólica visita del veterano representante de Los Ángeles al territorio conservador simboliza el camino que los demócratas esperan que Texas tome en los próximos años. California, un estado que gobernó Ronald Reagan durante dos legislaturas, acabó convirtiéndose en un bastión demócrata gracias al voto hispano. Y, casualmente, Texas tiene la misma proporción de hispanos que California: un 38% de la población. Su movilización puede cambiar el futuro del país. El estado sureño ha sido un bastión republicano desde 1980.

Desde ese año, su población ha crecido un 33% más que la media del país, y su peso electoral ha alcanzado los 38 votos electorales, la segunda cifra más alta del país, detrás de la demócrata California.

Y las señales indican que algo va muy mal. Desde 1996, lo más cerca que ningún candidato demócrata se quedó de ganar el estado fueron 12 puntos, en 2008. En 2012, Mitt Romney ganó a Barack Obama por 16 puntos.

Este año, las encuestas apuntan a una distancia de apenas 3 puntos entre Hillary Clinton y Donald Trump. Un derrumbe republicano amenazaría enormemente el futuro del partido. La causa parece clara: un fuerte rechazo a Trump entre mujeres blancas con estudios y votantes hispanos, muchos de los cuales no participaban hasta hace poco, y que parece estar cambiando las tornas.

Hasta tal punto llega el rechazo que apenas un pequeño periódico del estado -el Waxahachie Daily Light, con menos de 5,000 lectores- ha pedido el voto para Trump. Los gigantes del estado, como los conservadores The Houston Chronicle -351,000 lectores- y The Dallas Morning News -372,000 lectores- se han cambiado de bando y este año apoyan a la demócrata.

El equipo de campaña de Clinton ha olido la sangre y ha organizado una infraestructura propia, con una oficina de campaña en Houston, a la que se han sumado numerosos grupos de voluntarios por todo el estado.

“El entusiasmo es muy alto”, celebraba el congresista Becerra ante los medios. “Estamos animando a que voten muchos jóvenes, para que consigan una educación universitaria libre de deudas”. Las llamadas al voto parecen estar surtiendo efecto: en los cinco condados más grandes, donde Obama sacó unos 20 puntos a Romney en 2012, la participación ha aumentado un 49% la primera semana de voto.

En Dallas, donde Obama sacó 200,000 votos a Romney, la participación se ha duplicado. En Travis, donde los demócratas vencieron por 100,000 papeletas hace cuatro años, la participación ha crecido un 132%. El margen de victoria total del ex candidato republicano hace cuatro años fue de 1,200,000 votos. Si los márgenes se mantienen igual, sólo entre esos dos condados -de 254-, Clinton podría descontar casi una cuarta parte de su desventaja.

Pero si el estado se convierte de verdad en un territorio igualado de cara a las elecciones, el aumento de votantes demócratas podría consolidarse de forma definitiva. “Cuando un estado se convierte en terreno de batalla, la gente empieza a creerse que su voto sí importa”, resume Michael McDonald, profesor de universidad especializado en elecciones.

Agencias

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