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Cuba: adiós a la izquierda

(Este programa es público, ajeno a cualquier partido político. Queda prohibido el uso para fines distintos a los establecidos en el programa)


En una charla privada que tuvieron en un evento, el entonces presidente español José María Aznar escuchó decir a Fidel Castro que el embargo estadunidense y el acoso de Washington eran un factor político estratégico para mantener la cohesión interna. La reanudación de relaciones EE.UU.-Cuba será la puntilla al sistema socialista y una gran derrota de la revolución cubana.

Cuba ha estado, como siempre, jugando su propio juego de poder, ajeno a los valores éticos y metida de lleno al pragmatismo fidelista. En 1988 Fidel Castro traicionó a la izquierda mexicana y desdeñó el apoyo del general Cárdenas a la revolución cubana en la invasión de Playa Girón cuando asistió a la toma de posesión de Carlos Salinas de Gortari para legitimarlo porque así convenía a sus intereses de sobrevivencia. En1968 Fidel apoyó la invasión de tanques soviéticos a Checoslovaquia para alejar la democracia.

Las relaciones diplomáticas con el gobierno de Barack Obama llegaron al régimen de los hermanos Castro como una bocanada de oxígeno, luego de la muerte del venezolano Hugo Chávez, la crisis de los iraníes, las dificultades para una nueva fase de llegada de rublos rusos como subsidio directo y la crisis con España que había invertido en la isla.

Obama también ha salido ganando en lo personal pero no en lo político porque tendrá que pagar una factura republicana y no podrá salir avante con decisiones unilaterales en lo que era antes diplomacia bipartidista.

La nueva relación EE.UU.-Cuba estará ajena al régimen político dictatorial, violatorio de los derechos humanos, sin libertades constitucionales y monárquico hereditario. Cuba recibirá un efecto económico vía turismo e inversiones pero sin influir en el régimen de comunismo de mercado tipo chino. Eso sí, La Habana estará obligada a aflojar un poco la dictadura porque los cubanos que viven en la isla van a presionar por tener más derechos individuales y mayor economía de mercado.

Así, la Cuba de los hermanos Castro regresará al escenario occidental donde en realidad no importa que haya dictadura o un gobierno monárquico hereditario. Fidel Castro terminó su ciclo un poco como el cadáver momificado de Lenin.

Con la reanudación de relaciones terminaría el último bastión del comunismo marxista-leninista en la región americana. Salvo por la devoción de Chávez a Fidel y el cobro castrista de esa cercanía con petróleo regalado para revenderlo como forma de ingresar dólares, Cuba había dejado de ser un faro político e ideológico en la región. Fidel se abrió al terrorismo árabe que ahora tendrá que abandonar para hacerse digno a las nuevas relaciones diplomáticas con la Casa Blanca.

La urgencia de los Castro por encontrar una salida a su crisis de viabilidad tendrá el costo de sumarse al escudo de seguridad nacional de Washington, lo que terminaría por archivar la guerra fría. Y Cuba tendrá que reconocer que perdió medio siglo de desarrollo por mantener un régimen inviable que hoy cede ante la hegemonía de la Casa Blanca. Con el acercamiento de los Castro a EE.UU. termina el ciclo revolucionario en América Latina y la izquierda socialista.

Lo que queda por precisar es el efecto interno en EE.UU. porque el lobby cubano republicano podría sumar desencantos en las próximas presidenciales.

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