Por Pegaso
El tiempo es constante y unidireccional.
Eso se sabía desde hace mucho tiempo, pero a mediados del Siglo XX llegó Einstein con su Teoría de la Relatividad y nos mostró que más bien es algo relativo.
Digo lo anterior, porque andaba yo un día volando muy arriba, donde los cirros hacen su nido, cuando me dí cuenta lo rápido que pasan los días, las semanas y los meses.
«Pegaso, ¡ya estamos a mediados de septiembre!»,-me dije a mí mismo.
¿Qué tanto hace que estábamos partiendo el pavo y comiendo el recalentado?
Todos sabemos que después de las fiestas patrias el tiempo transcurre voraginosamente. Unos cuantos días más y entraremos a la estación estival (otoño). De hecho, desde hace ya varios días que las tiendas departamentales tienen en exhibición los artículos de Halloween.
En los últimos años se ha hecho costumbre que los adornos navideños se coloquen a un lado de los altares de muertos, porque atrasito vienen las fiestas navideñas.
Me encanta este temporada porque todo mundo se inspira.
En el día de muertos, un avispado jefe de información de un periódico local pidió a sus reporteros que se fueran durante toda la noche, solos, cada quien por su lado, a uno de los panteones de la ciudad. La idea era que relataran una historia de lo que sintieron y vieron esa noche en el cementerio para hacer un reportaje muy de acuerdo con el Día de Muertos.
El experimento fue original, pero era pedir peras al olmo porque los reporteros no son literatos. El único literato que había en el grupo de reporteros se reportó enfermo y sólo alcanzó a hacer una narración inventada.
En otra ocasión, en una estación de radio, se anunció un programa especial por el Día de Muertos.
Entre los invitados estaban un médium, una niña psíquica y…¡Pegaso!
Sí, efectivamente, yo estuve en ese programa, donde el médium se aventó una perorata sobre sus experiencias con los muertos y la niña psíquica decía que era capaz de oir voces.
Yo, como Pegaso bien realista que soy, durante uno de los comerciales le dije a la niña que posiblemente lo que la aquejaba era una especie de paranoia.
Me quedé con el remordimiento porque la chiquilla soltó unas lágrimas y me dijo: «¿Usted cree que estoy loca?»
Ya no hubo tiempo de contestarle y ya no la he vuelto a ver. Sólo espero que haya recibido una atención médica adecuada.
En cuanto al psíquico, lo sostuve en esa ocasión y lo sostengo: Sólo se trata de charlatanes.
Esa misma noche alguien llamó por teléfono para decir que su casa estaba embrujada y que sería bueno que nos diéramos una vueltecita por ese lugar.
Así lo hicimos. El audaz equipo se trasladó con los elementos técnicos necesarios hasta una vivienda ubicada en el fraccionamiento Fuentes, Sección Lomas, cerca del Circuito Independencia.
La dueña de la casa abrió la puerta principal y entramos a la vivienda. Prendieron todas las luces y los técnicos prepararon el equipo de audio y video para grabar cualquier incidencia paranormal.
Había un cuarto donde decía la dueña que ocurrían manifestaciones paranormales, el cual estaba completamente obscuro.
Nadie osaba entrar en él, incluyéndome porque, «¿qué tal si en una de esas resulta cierto?»-pensé.
Pero finalmente ganó mi espíritu científico y penetré en el cuarto oscuro, sin que ningún fantasma, espíritu chocarrero, demonio, súcubo o íncubo intentara echarme del lugar.
Al ver que no sucedía nada, el equipo agarró sus tiliches y salió decepcionado, dando las gracias a la dueña de la casa por sus atenciones.
Pero bueno, estábamos hablando del tiempo.
Creo, sin temor a equivocarme, que en dos o tres patadas estaremos nuevamente rompiendo piñatas, cantando villancicos y celebrando el año nuevo.
Y en enero, ¡agárrense! porque inician fuerte las calientes elecciones municipales donde los principales actores políticos se darán hasta por debajo de las muelas.
Mientras tanto, aquí está el refrán estilo Pegaso: «Es preciso mostrar nuestro mejor rostro cuando el clima es tempestuoso». (Al mal tiempo, buena cara).
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