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AL VUELO-Crisis

(Este programa es público, ajeno a cualquier partido político. Queda prohibido el uso para fines distintos a los establecidos en el programa)


Por Pegaso

Andaba yo volando allá, sobre el boulevard Miguel Hidalgo, una de las vialidades más congestionadas de Reynosa, recordando las sabias palabras de nuestra flamante diputada federal y diva nacional: Carmen Salinas.

Carmen Salinas, para quien no lo sepa, dijo en reciente entrevista una frase que debería escribirse en letras de oro en los más altos estrados del país y publicarse en la sección La Vida es Así del Reader’s Digest: «Chale, pos el que tenga carro que lo cuide, carnal».

Sabio consejo de «La Corcholata» para todo el proletariado en tiempos del gasolinazo.

Y me puse a pensar: «Chingao, puede que tenga razón esta experimentada mujer; después de todo ha sido una galardonada actriz por películas como «Las Ficheras», «Bellas de Noche», «Comezón a la Mexicana» y más recientemente, «El Crimen del Cácaro Gumaro», las cuales han hecho las delicias de propios y extraños».

Tan no es descabellada la idea que en Cuba los que tienen carro llevan más de cincuenta años con él.
Si se rompe una banda, le piden una pantimedia a su vieja para ponerla en las poleas del motor.

Si se poncha una llanta, le ponen chicle, si la suspensión, le colocan resortes de colchón, si se descompone el motor, quitan el de la lavadora, etc., etc., etc.

Ya sugería yo en la anterior colaboración que se podría implementar un fideicomiso o un fondo para modificar los vehículos, de tal forma que puedan tener dos hoyos en el piso y hacerlos funcionar como Los Picapiedra.

Otra forma de ahorrar gasolina sería usar los carros sólo de bajadita. Pudiera ser que al subir el puente Broncos algunos camaradas nos echen la mano para empujarlo, pero de bajada podemos subirnos y darle hasta Teléfonos de México, o un poquito más allá.

Para continuar, le pediríamos a un carretonero que nos jale a cambio de una módica propina.

Pero volviendo al sabio consejo de Carmen Salinas, hay que cuidar nuestro coche, porque a partir de ahora comprar otro va a estar cabrón.

Viendo los precios a los que están los carros americanos que se ofrecen en los lotes clandestinos o en la calle, difícilmente una familia clasemediara podrá adquirir otra unidad.

Mil quinientos dólares el más jodidón. Eso equivale, a la cotización actual del dólar, a casi 35 mil pesos. Aparte, se tiene que regularizar, lo que representa a la misma cantidad o más.

El motor es el alma del vehículo. Lo recomendable es que no compremos el guachacol que se vende en algunos lugares, ya que provoca daños a las válvulas y pistones.

Si por desgracia se te llega a descomponer, vé a La Lloradera o a cualquier yonque para buscar las piezas que hagan falta ya que las partes nuevas también subirán de precio.

Y el continuo flujo vehicular que yo veía desde las alturas podría ir disminuyendo conforme la crisis de la gasolina y los aumentos en cascada se agraven.

Pronto veremos una mayor cantidad de ciclistas en las calles. En lugar de taxis se usarán palanquines, como los que se utilizan los chinos, y en vez de peseras tendremos carritos de golf eléctricos modificados.

Y para finalizar, el refrán estilo Pegaso dice: «¡En este justo momento es necesario que traslades tu propia flatulancia a un sitio ubicado en la parte inferior!» (¡Ya, bájale a tu pedo!: Carmen Salinas).

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