Celebro tu cumpleaños planeando el viaje a una ciudad muy lejana en donde mi hijo piensa estudiar la universidad… inducido – lo confieso – por sus padres, que queremos alejarlo de la violencia y los peligros que aquí vivimos.
Festejo tu aniversario a pocos días de plantearle a mi familia la posibilidad de iniciar las gestiones para intentar residir en los Estados Unidos, a pocos días de proponerme una meta que nunca antes había pasado por mi mente.
La alegría que me causa tú cumple, la opaca la tristeza y la rabia por los robos que en el último mes han sufrido varios de mis familiares más queridos.
Cumples un año más de vida agobiada por la inseguridad… y las secuelas en desempleo, migración, abandono, retiro de inversiones, violencia, etc.
Te abandonan muchos a los que les ofreciste la posibilidad de ganarse dignamente el sustento, esos a los que no se les puede reprochar su afán de proteger a sus familias. Se van por la misma razón que aquí vinieron, buscando la prosperidad para los suyos.
De tus hijos, los que tienen mayores posibilidades económicas ya fincaron su domicilio al norte del rio “Bravo”, ya pernoctan, estudian y se divierten en los Estados Unidos… aquí solo trabajan los adultos, mientras en la generación siguiente se experimenta poco a poco el abandono de nuestra cultura y tradiciones.
Cumples un año más de vida, y con el tiempo te ajusta cada vez más la descripción de “estar tan lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos”. La geografía es “tu cruz”, a la vez que tu mayor bendición.
Reconozco y valoro el esfuerzo de la autoridad municipal por embellecerte, por pensar e invertir en la estética de tus calles y tus áreas comunes. La tarea es enorme pues el rezago es muy grande, pero creo que son un buen comienzo el monumento a los trabajadores petroleros y el remozamiento de la lateral del canal Anzalduas.
Te queremos… los que te queremos, y en esa verdad de Perogrullo, en ese juego absurdo de palabras, va implícito el reconocimiento de lo poco que nos comprometemos con tu bienestar, con tu aspecto, con tu salud y con tu seguridad, los que aquí vivimos.
No pretendo justificarme por el tono en que escribo estas líneas. Estarán de acuerdo en que el (aparente) reproche solo puede venir de quien tiene interés, de quien es movido por el afecto, por la querencia. Como lo dice un personaje del cine mexicano, le reclamo a Reynosa – y a los que aquí vivimos – “porque la quero” y porque los quiero.
Quererte, como quiere uno a la pareja, a los amigos, a la madre y a los hijos, implica cuidar su bienestar, ocuparse de sus malestares, corregir sus fallas, ser solidarios y generosos.
Para concluir con esta carta de reproche – felicitación, compartiré con ustedes algunas iniciativas con las que podemos demostrar el amor a nuestra ciudad, y con una invitación a proponerme otras ideas a fin de compartirlas con los millones de lectores potenciales de esta columna… y digo millones porque como dice el chiste: la columna aquí está, no la leen porque no quieren, pero aquí está, lista para ser leída.
Pinte su fachada, siembre un arbolito, limpie el frente de su casa, sea amable al manejar, regale un libro a la biblioteca local, apoye a las instituciones de beneficencia, comparta la luz de su vivienda para que se iluminen las calles, organice a sus vecinos para embellecer las áreas verdes de uso común, cuide a sus mascotas, colabore y-o proponga acciones en beneficio de la educación, la salud, la cultura y el deporte.
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