MASCOTAS

OPTIMUS
Jorge Alberto Pérez González
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En menos de lo que canta un gallo la opinión pública puede cambiar, esto no es difícil dilucidarlo, cuando nos damos cuenta de que lo que antes fue ya no será.

La vida es práctica cuando no tienes con quien comparar, pues cuando existen referentes las cosas cambian, por una sencilla razón,
todos absolutamente todos, buscamos elevar el nivel de vida por la ya que a este mundo no llegamos con la intención de retroceder.

En política como en la vida, todos aspiramos a crecer, algunos lo logran, otros nos quedamos con las ganas, pero sin embargo no cejamos en el empeño de cuando menos de llegar a figurar en el ánimo de aquellos que creen que una mirada de mujer vale más que la de un hombre escondido en el closet.

Y esto no tiene por qué emocionar a muchos o indignar a otros, pues a pesar de todos, los matrimonios entre personas del mismo sexo se llevarán a cabo, con o sin el consentimiento de quienes piensan que tienen la razón atada a la intolerancia.

La diversidad sexual es tan difícil de entender como el respeto a la vida animal, pues si de intenciones se trata, cuánto puede durar el instinto por encima de la razón, al menos así se ve desde la óptica pura y clara de aquellos que no tienen compromiso con la vida.

Si bien es cierto que lo que se ve no se juzga, poco podemos aplicar quienes no hemos tenido al oportunidad de ver de cerca, la necesidad imperante de aquellos o aquellas que quieren mostrar lo que son, lo que deben de ser y desde luego lo que quieren ser.

Hasta donde llega la voluntad?

Hasta donde quieran los que deben de querer, pues no hay nada ni nadie que obligue a alguien a hacer lo que no quiere hacer.

Alzar la voz no debe de ser difícil, lo difícil debe de ser, mantener la congruencia, entender que la dificultad no está en aceptar las cosas como son, sino en proveer de alternativas en el que el ser, está por encima de todo.

Pero pasemos a las ANIMALIDADES, ahí donde no existe diferencia alguna. Las redes sociales vuelven a ser foco de atención cuando un animal se convierte en payaso y causa daño a una indefensa criatura.

Mucho debemos de aprender del linchamiento social que significa la exposición sin mesura en las redes sociales, el hilo que divide lo permisible es muy delgado, tanto como para que la gracia se pierda cuando existen cámaras de video y fotografía por cada celular en la mano.

Ya no hay pues argumento válido ni excusa suficiente, cuando la evidencia salta a la vista, cuando no se mide la respuesta a una simple acción que pretende ser graciosa pero que muestra el desenfado con el que se toman las decisiones.

Sí, el joven ese perdió su trabajo y su futuro, estigmatizado quedará para el resto de su vida, pero él cree que solo jugaba, así como en El Laguito en Matamoros se cree que se hicieron las cosas bien.

El linchamiento es igual para los inconscientes, no importa si eres ingeniero, arquitecto, operador o simple despachador en tienda de MASCOTAS.