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La crisis de EPN es de todos: oposición sin alternativas

(Este programa es público, ajeno a cualquier partido político. Queda prohibido el uso para fines distintos a los establecidos en el programa)


INDICADOR POLÍTICO

Carlos Ramírez

En el análisis del tiempo político del Tercer Informe Presidencial, la característica más significativa ha sido la crítica a la coyuntura, pero sin analizar la parte más importante de esa crisis: la oposición ha sido incapaz de construir una alternativa.

Y se trata de la misma oposición que contribuyó a las reformas estructurales a través de su participación en el Pacto por México y de sus votos a favor o en contra en las sesiones de las dos cámaras del congreso. Y es la misma oposición que no supo vender su propuesta en las pasadas elecciones legislativas del 7-J porque la alianza PRI-Verde-Panal logró la mayoría absoluta para terminar de redactar las leyes secundarias de las reformas.

¿En verdad el gobierno federal y el PRI chamaquearon al PAN y al PRD en el diseño de las reformas o las reformas fueron una oportunidad para la modernización? El retiro de la oposición de los mecanismos de funcionamiento de las reformas promovidas por el Pacto por México no fue sino una muestra de irresponsabilidad política y electorera del PAN y del PRD.

El corte de caja del tercer informe de gobierno tiene dos escenarios: una evaluación de medio sexenio en cuanto a saldos negativos y críticos y/o la posibilidad de construir un acuerdo plural para la segunda mitad o romper la posibilidad de acuerdos y apostarle a la fragmentación de reformas todavía indispensables.

La impresión que se tiene del deterioro político, económico y social del país radica en la certeza de que las tres principales fuerzas nacionales –PRI, PAN, PRD y su desprendimiento, Morena– carecieron de un modelo político para entender y procesar la transición del 2000. Los modelos teóricos de las transiciones –sobre todo de Leonardo Morlino y Robert Dahl– señalan procesos continuados; la victoria del PAN el 2 de julio del 2000 culminó la transición democrática porque permitió una alternancia sin violencia ni rupturas.

Pero los partidos nunca se percataron lo que debía seguir a la transición y que nunca llegó: la instauración de un nuevo sistema político y un nuevo régimen de gobierno. Fox y el PAN se conformaron con administrar el viejo régimen priísta y el PRI esperó hasta el agotamiento de las contradicciones con la derrota del 2006. Fox y Calderón siguieron el camino cómodo de gobernar con el sistema priísta, el PRI mantuvo su estructura dentro del partido y sobre todo en el Estado y el PRD y López Obrador se pelearon por el partido pero también manteniendo vigente el modelo político, económico y social del PRI.

La lección de la transición mexicana debe ser motivo de análisis de fondo: el PRI y la oposición celebraron la democracia con elecciones libres que permitieron la alternancia, pero ignoraron o no se atrevieron a instaurar un nuevo sistema/régimen. La crisis política, económica y social que todos citan y documentan en el contexto del tercer informe presidencial es, así, corresponsabilidad de las tres principales fuerzas políticas.

Todos critican ahora el llamado fracaso de la reforma petrolera, la ineficacia de la reforma fiscal, el fiasco electoral y la caída del PIB, pero PRI, PAN y PRD –con votos de legisladores hoy en Morena– fueron los responsables de la aprobación de esas reformas. Y lo peor de todo es que PAN, PRD y Morena critican al PRI por las crisis y anuncian desde ahora la derrota en el 2018, pero sin que alguna de esas tres fuerzas de la oposición haya presentado una alternativa funcional o medio viable para cambiar el rumbo del país o la reconfiguración del sistema económico.

De ahí que la verdadera caracterización de la crisis mexicana no tiene que ver con los resultados magros de una estrategia de desarrollo avalada por todos los partidos, sino que esa crisis en casi todas sus variables es producto de la falta de una alternativa real; PAN, PRD y Morena proponen ajustes de coyuntura, de ritmos y de aplicaciones; pero es la hora en que la oposición ha sido incapaz de diseñar un nuevo modelo de desarrollo y una nueva política económica para salir del estancamiento y romper con los ciclos depresivos importados. Más aún, la oposición ha sido inepta hasta para proponer un programa contracíclico de corto plazo.

La crítica a la crisis de mediados de sexenio debe enfatizar las insuficientes propuestas del gobierno del presiente Peña Nieto, pero también debe de subrayar que la principal crisis mexicana es la crisis de ausencia de opciones o alternativas. El ejemplo se localiza en las entidades que gobiernan el PRI y el PRD donde se aplican las mismas doctrinas del gobierno federal.

Y si se quiere ir más allá, el país parece condenado a padecer el dominio intelectual, sistémico y estructural del PRI porque hasta la academia se ha dedicado a la crítica fácil de cifras pero también sin proponer alternativas de desarrollo.

carlosramirezh@hotmail.com
@carlosramirezh

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