CENA DE NEGROS
Marco A. Vázquez
El alcalde de Río Bravo, Juan Diego Guajardo Anzaldua, encontró en el baile y la actuación la forma más fácil de tener sus cinco minutos de fama, de la noche a la mañana pasó de ser un político mediocre, griseson y desleal a toda sigla partidista a convertirse en un actor, también malón, pero con mucho rating ya que no le importa hacer el ridículo para ganar audiencia.
Obvio que resulta respetable toda forma de intentar promocionar los actos de un gobierno, más cuando se le invierten pocos pesos para que todo mundo los vea y Guajardo así lo ha hecho, primero bailó e hizo playback para promocionar su primer informe, construyó un video que fue un hitazo al grado que logró estar en el top ten en el twitter y facebook a nivel nacional aunque para desgracia solo se usó para hacer escarnio, los usuarios de las redes sociales se daban gusto con memes y burlas en torno al alcalde de Río Bravo y su gente, hoy hace lo mismo con la intención de disfrazarse de bueno, le detallo, filmó un video con Pedro Infante cantando de fondo el “Yo no fui” mentras el finge ser la voz y manejar un autobús escolar, a su paso saluda a niños, al final de su recorrido hasta les hace decir a los escolapios que solo se logra el progreso estudiando y trabajando, subió ese video a sus redes sociales y ya van más de 46 mil reproducciones, tan solo en una cuenta.
Le insisto, si Guajardo ha encontrado en ser payasito su modus vivendi político que bueno, cada quien se muestra como quiere que lo vean y si a él le gusta la actuación, el playback y el ridículo, allá él, a su favor hay que decir que enciende el feis, el twitter y hasta el whastapp, miles de personas lo ven y otras hasta comparten su video, para reírse o destrozar su reputación, pero lo comparten.
Para desgracia de Guajardo son sus mismos videos en redes sociales los que aprovecha la gente de su pueblo para cuestionar su actuar, para divulgar cosas que no sabemos si son ciertas pero que se repiten con mucha insistencia, lo mismo hacen otros que se sienten horrorizados y ofendidos por su falta de respeto a la política.
Mire, en uno de los muros un ciudadano ofendido le pide al alcalde de Río Bravo que deje de ridiculizar a su pueblo y que mejor corra a “sus más de cien aviadores” que provocan saqueo millonario al municipio, luego hace presumir que parte de ese recurso con el que se paga a trabajadores inexistentes se utiliza para hacer “un bonche” y saciar así las ambiciones o intenciones del ahora alcalde por reelegirse, le aclaro, son rumores tras el anonimato pero que bien pueden ser investigados por la autoridad competente.
Otro más le pregunta por sus agentes de tránsito que fueron detenidos por La Marina en el mes de septiembre, le exige que se ocupe de las cosas que pasan en su pueblo, que se aplique no solo en fingir que quiere a los niños sino en hacerlo parecer con acciones de gobierno claras.
Los críticos más duros con el alcalde y su esposa le preguntan si algún día vivirá en su pueblo, si tendrá la valentía y hasta la vergüenza con su gente como para tener a sus hijos y (¿ex?) mujer viviendo en Río Bravo, a sus vástagos en alguna escuela de Río Bravo, disfrutando lo que dice Guajardo es casi el paraíso, en referencia a su pueblo.
De todos los señalamientos quizá este último sea el más doloroso para los riobravenses y tamaulipecos en general, tener un alcalde que decide huir por las noches, en los días aciagos y violentos, que no confía ni en sus propios actos de gobierno y se lleva a sus hijos a vivir y estudiar del lado americano mientras su gente sufre.
El ridículo personal y hasta el exponer a su gente al escarnio de todo México quizá sea tema personal del alcalde y
sus votantes, allá sus representados si se tragan sus actos populistas, banales y los toman como sustento para permitirle su reelección o el acceder a otro puesto de elección popular, lo que no se vale, y que nos permite conocer Guajardo por sus propios actos de campaña, es que una autoridad municipal abandone a su gente a la suerte, que nadamás viva en su tierra cuando de ejercer presupuestos se trata.
Claro es, cuando se vengan las auditorias y la revisión de cuentas públicas o, como en este caso, las acusaciones de la gente en cascada vía redes sociales, seguramente el alcalde sacará sus dotes histriónicas y cantará una vez más el “Yo no fui”, nosotros, el resto de los tamaulipecos, por desgracia tendremos que esperar hasta el primer domingo de julio del 2018 para saber si sus gobernadores le creyeron o percibieron que su mediocridad como alcalde es igual o quizá mayor a sus capacidades como actor.
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