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AL VUELO-Presidenta

(Este programa es público, ajeno a cualquier partido político. Queda prohibido el uso para fines distintos a los establecidos en el programa)


Por Pegaso

Tras mi vuelo vespertino de ayer me puse a pensar detenidamente sobre erl uso y abuso de algunas palabras y de cómo, sin darnos cuenta, incurrimos en errores gramaticales o de dicción que después los puristas de la lengua se apuran en corregirnos.

Por ejemplo la palabra presidente, de acuerdo al Diccionario Etimológico, viene del latín praesidere, que a su ves está formado por el prefijo pre, que quiere decir antes o delante, y sedere, estar sentado

También lleva el subfijo ente, el que es, el que hace la acción.

Su significado sería entonces sería «la persona que está sentada adelante».

Ahora bien, la mayoría de los diccionarios aceptan tanto el término presidente como su femenino, presidenta.

Esto tiene como propósito evitar incongruencias gramaticales, como el hecho de decirle a alguien «la presidente», con un término femenino y otro masculino.

Así, ya es aceptado por la comunidad académica el hecho de decir «la presidenta», como también es correcto decir «la jueza» y no «la juez».

En el idioma inglés no existe tal controversia, porque la palabra «president» designa tanto a una mujer como a un hombre.

Otros términos utilizan subfijos para marcar la diferencia, como «godess», que quiere decir «diosa» y muchas otras por el estilo.

Gramaticalmente hablando, no es incorrecto referirnos a una mujer que tiene el título de ingeniero como «la ingeniera», si seguimos el mismo razonamiento.

Existen algunos intrínguilis de los cuales debemos cuidarnos, si queremos ejecutar con corrección el idioma de Cervantes.

Es decir, cuando vemos a una conocida que está de espaldas a nosotros y le decimos: «Oye, arquitecto», seguramente no va a voltear porque supone que nos estamos dirigiendo a una persona del sexo masculino.

Pero si le decimos: «Oye, arquitecta», entonces se sentirá aludida y volteará inmediatamente a atender el llamado.

Encuentro que existen argumentos en pro y en contra del uso de la palabra «presidenta».

Una fundación española analiza el meollo de este asunto y cita un documento que circula en Internet donde se argumentan razones pseudogramaticales para censurar el uso de femeninos, como «presidenta».

Aducen que hay otras palabras como cantante, existente o saliente que tienen similar terminación, pero no por ello decimos «cantanta» cuando se trata de una mujer, o «salienta», o «existenta».

La fundación señala por ejemplo, que el subfijo -ante de la palabra cantante no tiene la misma raíz que -ente, de ahí que «cantante» se tome como un término de significado neutro.

En cuanto a las otras dos, y muchas otras que comparten el subfijo -ente, se trata de evitar el uso de cacofonías. En el idioma español y en cualquier otro idioma del mundo, los encargados de conservar su pureza enfatizan mucho en la importancia de evitar las cacofonías, es decir, las palabras que suenan mal a nuestros oídos.

Es así como se ha evitado decir «la salienta» en lugar de «la saliente» o «la existenta» en lugar de «la existente», cuando la persona que ejecuta la acción es mujer, aunque gramaticalmente puede ser correcto porque no hay discordancia en el género de las palabras.

Por ejemplo, decimos «el gato», donde ambas palabras tienen denotación masculina y «la gata», donde son femeninas.

Evitamos la cacofonía «la caballa», para referirnos a la hembra del caballo y lo sustituimos por «la yegua».

Menos nos atrevemos a decir «la tora» cuando hablamos de la hembra del toro, sino que decimos: «La vaca».

¿Y a poco decimos «la bueya» cuando nos referimos al femenino de buey? Ciertamente, no hay palabra en el español para designar a la hembra del buey y nos contentamos con seguirle diciendo vaca.

Alguien dirá por ahí: «Bueno, pero cuando nos referimos a un buey almizclero necesariamente tenemos que decir de la hembra: «La buey almizclero».

Y aquí es donde tenemos otra salida porque es más entendible decir: «La hembra de buey almizclero» y nos quitamos de problemas.

Así, pues, no veo razón para que no se pueda seguir usando la palabra «presidenta» cuando se trata de una dama.

Además, los usos y costumbres así lo han establecido; el idioma está en constante evolución y podría dentro de poco tiempo desaparecer esa polémica.

Hay que recordar que existe o existió una obra de teatro muy famosa, protagonizada por Gonzalo Vega llamada precisamente: «La Señora Presidenta».

Aquí nos quedamos con el refrán estilo Pegaso: «¿Cuál es la expresión que expresó?» (¿Qué dijo que dijo?)

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(Este programa es público, ajeno a cualquier partido político. Queda prohibido el uso para fines distintos a los establecidos en el programa)