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AL VUELO-Madre

(Este programa es público, ajeno a cualquier partido político. Queda prohibido el uso para fines distintos a los establecidos en el programa)


Por Pegaso

Andaba yo volando allá, por la zona centro de Reynosa, viendo cómo la actividad comercial de la ciudad se ha venido a pique como consecuencia de la nueva ola de violencia, esperando solamente que éste diez de mayo los delincuentes se acuerden que tienen mamacita y nos den a los sufridos ciudadanos aunque sea un leve respiro.

Y ya que estoy escribiendo de las madrecitas, es justo y necesario reconocer el fervor con el que los mexicanos demostramos nuestra adoración al ser que nos dio la existencia.

Solemos tratarla como chancla vieja durante los 364 días restantes del año, pero el 10 de mayo nos desbordamos con besos, flores, felicitaciones y festejos.

La sociedad mexicana, aunque en la práctica es patriarcal, en lo moral somos un matriarcado.

Hay que recordar cómo nuestras progenitoras, con sólo un levantamiento de cejas, nos tenían bien controlados cuando éramos huercos. Ya sabíamos lo que significaba ese gesto y rápido acatábamos lo que nos decían.

Repasemos algunas de las frases más recurrentes de la autora de nuestros días en nuestra ya lejana infancia:

-Vas a ver con tu papá.

-¡Cómo de que no!

-Y si tus amigos se arrojan de un puente, ¿tú también te arrojas?

-Los trastes no se van a lavar solos.

-Y si voy y lo encuentro, ¿qué te hago?

-Yo no sé, habla con tu padre.

-¿Y crees que yo estoy pintada, o qué?

-Aquí no es restaurante, así que tienes que comer de lo que hay.

-Más respeto, que soy tu madre.

-¿Cuánta gente muriendo en África y tú que no quieres comerte las verduras?

-¡Saliste a tu padre en lo bruto!

-¡Eres igualito a tu papá!

-¿Qué horas son estas de llegar?

-Algún día dirás, ¡cuánta razón tenía mi madre!

-¿Qué vas a hacer cuando yo me muera?

Los mexicanos tenemos siempre presente a nuestra cabecita de algodón. De hecho, la mencionamos para todo y en toda ocasión:

-Para demostrar alegría: ¡Qué a toda madre!

-Como punto de ubicación geográfica: ¿Dónde quedará esta madre?

-Como valor dietético: ¡Trágate esa madre?

-En forma de frustración: ¡Qué poca madre…!

-Escepticismo: No te creo ni madres.

-Venganza: Vamos a partirle la madre/vamos a darle en la madre.

-Accidente: Se dio en la madre.

-Efecto visual: No se ve ni madres.

-Sentido del olfato: Esto huele a madres.

-Sentido del gusto: Esto sabe a madres.

-En sentido interrogativo: ¿Qué es esa madre?

-En sentido superlativo: ¡Qué a toda madre!/¡A todísima madre!

-Sorpresa: ¡Madressss!

-Exceso de velocidad: Va hecho madres.

-Egolatría: No me dio ni madre.

-Desorden: ¡Qué desmadre hiciste!

-Despectivo: ¡Me vale madre!

-Transmutación: Lo que toca le pone en su madre.

-Como juramento: Por mi mamacita chula.

-Mecánica: ¿Y cómo funciona esta madre?

-Reclamo con frustración: No tienes madre…

-Como negación rotunda: ¡Ni madres!

Nuestras mamacitas son los seres más abnegados del mundo. En una escena de la película de Los Polivoces llamada precisamente: “¡Ahí, madre!”, vemos a un Gordolfo El Gelatino de luchador.

Como le están poniendo una madriza y le ha quedado el rostro peor que a Rocky Balboa, la anciana se pone la máscara de su hijo y procede a luchar contra el oponente, aplicándole habilidosas llaves como La Urracarrana, la Nelson Invertida y las Patadas a la Filomena, ganando la lucha para beneplácito del respetable público.

La madre nos acompaña siempre en nuestras frustraciones, anhelos y ambiciones, es por eso que no alcanzo a comprender cómo es que algunas frases referentes a nuestras amadas jefecitas han pasado al léxico popular acompañadas por palabras altisonantes que no quiero reproducir en éste impoluto espacio por respeto a sus venerables canas.

Hoy, en mi vuelo de la madrugada, por primera vez en muchísimos años, no pude escuchar los alegres acordes de algún mariachi llevando serenata hasta el balcón de alguna venerable madrecita, quizá por el miedo que despierta en todos nosotros el estado de inseguridad y violencia en que vivimos diariamente.

A pesar de todos los pesares, como suelen decir nuestras jefas, cada quien festejará a su modo y a sus posibilidades éste día tan especial.

El Día de las Madres se celebra en México el 10 de mayo. Se instituyó en 1922 y es a la fecha una de las fiestas más esperadas por todos, especialmente por los comerciantes.

Pero sus orígenes se remontan a la antigua Grecia, donde se dedicaba un día del año a adorar a Rhea, la madre de los dioses.

En el Siglo XIX hubo propuestas para dedicar un día a homenajear a las madrecitas, pero fue hasta 1907 cuando Ana Jarvis, nacida en Filadelfia, Estados Unidos, se reunió con un grupo de amigos y les propuso el reto de trabajar para establecer una fecha especial para esa celebración.

Pronto se unieron vecinos y amigos que a través de folletos propagaron la idea, hasta llegar a oídos de las autoridades.

El primer evento de conmemoración se celebró en una iglesia metodista de Grafton, Virginia, el día 10 de mayo de ese mismo año, al cual acudieron 407 mamás, acompañadas de sus familias.

No me queda más que felicitar a todas las mamás, mamacitas y mamazotas por este su día. ¡Que la pasen muy felices!

Y vámonos con el refrán estilo Pegaso: «-¡Vastagazo de mi existenciasa! -¡En dicho lugar, progenitora; en dicho lugar!» (¡Hijazo de mi vidaza! -¡Ahí, madre; ahíiii!).

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