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AL VUELO-Colosio

(Este programa es público, ajeno a cualquier partido político. Queda prohibido el uso para fines distintos a los establecidos en el programa)


Por Pegaso

Estaba viendo en mi HP convertible a Apple uno de los últimos discursos de Luis Donaldo Colosio, aquel que prácticamente lo sentenció a muerte hace 23 años.

Sentado en mi mullido cumulonimbus escuchaba con atención cada una de las palabras que dijo el fallecido político en aquella ocasión, ante el simbólico Monumento a la Revolución, en la Ciudad de México.

Reproduzco aquí la parte medular de aquella fatídica disertación: “Es la hora de reformar el poder, de construir un nuevo equilibrio en la vida de la República, es la hora del poder del ciudadano, es la hora de la democracia en México, es la hora de hacer de la buena aplicación de la justicia, el gran instrumento para combatir el cacicazgo, para combatir los templos de poder y el abandono de nuestras comunidades. Es la hora de cerrarle el paso al influyentismo, a la corrupción y a la impunidad. (…) El gran reclamo de México es la democracia. El país quiere ejercerla a cabalidad. México exige, nosotros responderemos. Yo veo un México con hambre y con sed de justicia. Un México de gente agraviada, de gente agraviada por las distorsiones que imponen a la ley quienes deberían de servirla, de mujeres y hombres afligidos por abuso de las autoridades o por la arrogancia de las oficinas gubernamentales. Con Firmeza, con visión y plena confianza, declaro: Quiero ser Presidente de México para encabezar esta nueva etapa de cambio en México”.

Y ¡zaz!, que se lo echaron.

Perfilado como un candidato diferente, crítico al sistema, visionario hasta cierto punto pero también peligroso para el sistema, bastaba solamente planear el lugar, el día y la forma en que sería sacrificado.

Tras el artero asesinato, el teatro de los dos Aburtos y la ascensión al poder de Ernesto Zedillo, el país vivió uno de sus períodos más oscuros.

Las sospechas recayeron en el pelón Salinas, que después tuvo que desterrarse a Berlín y convertirse en gnomo para volver al país más tarde y hacerse casi invisible.

Sin embargo, existe la creencia generalizada de que sigue siendo un factor de poder, de que sigue moviendo los hilos por debajo del agua, muy a la chita callando pero de manera efectiva.

Yo supe de Colosio por los medios nacionales de comunicación.

En aquel entonces, a principios de los noventas, ocupaba la Presidencia del Comité Ejecutivo Nacional del PRI y luego pasó a la Secretaría de Desarrollo Social.

Recuerdo que traía una melena casi a la afro. En 1994, antes de postularse como candidato a la Presidencia de la República por el PRI, cambió de look y su aspecto se hizo más conservador.

Aquel 6 de marzo emitió un discurso casi desgarrador, donde denunciaba los cotos de poder y la necesidad de acabar con el establishment, pero sin salirse del PRI. Eso significaba, por supuesto, el rompimiento con Salinas de Gortari y a la postre, su sentencia de muerte.

Lo demás ya lo sabemos. En Lomas Taurinas le sorrajaron un disparo en la cabeza y desde entonces nadie sabe quién fue la mano que meció la cuna, es decir, quien maquinó toda esa intriga.

Debo decir que el asesinato de Colosio se parece mucho a lo que ocurrió en Estados Unidos el 22 de noviembre de 1963.

John F. Kennedy, un presidente gringo muy popular- tanto así que hasta se pasó por las armas a la Marilyn Monroe-, era un cadillo en las nachas para algunos factores de poder en aquel país.

Como en Lomas Taurinas, en Dallas, Texas sólo fue detenido el presunto autor material, Lee Harvey Oswald, pero a 54 años de distancia nadie sabe, nadie supo, como dice el Longe Moco.

La única diferencia que veo es que allá no hubo dos Lee Harvey Oswald, y tampoco hubo una crisis de gobernabilidad tan grave como la que ocurrió en los meses y años posteriores al colosicidio.

Alguien preguntó por ahí: Y si Colosio no hubiera muerto, ¿qué habría pasado?

Yo digo que nada. Tal vez se hubieran impulsado algunas reformas y enviado al bote a algunos chivos expiatorios porque esto es algo necesario en cada nuevo Gobierno.

Para algunos Colosio fue sincero en sus discursos, pero para otros, era un político más que buscaba prolongar el viejo sistema presidencialista, un sistema que ya no daba para más.

Hoy por la mañana estará la dirigencia local del PRI en el monumento a Colosio, frente al puente internacional Reynosa-Pharr.

Generalmente se coloca una ofrenda floral y se hace pasar a un niño de primaria para que recite unos versos o una apología del personaje, y luego el Presidente de la Fundación que lleva su nombre tendrá a su cargo el discurso oficial.

Termino con el refrán estilo Pegaso: “Proporcióname información sobre los individuos con quienes sueles departir y entonces procederé a detallar los caracteres de tu personalidad”. (Dime con quien andas y te diré quien eres).

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