Por Pegaso
El Presidente Peña Nieto se aventó la última perla de sabiduría popular y léxico florido al confrontar el día de ayer a los periodistas que le preguntaban sobre las sospechas de un compló en la detención de los exgobernadores Duarte y Yárrington para bajarle los bonos a MORENA en el Estado de México.
El mandatario agachó un poco la cabeza, se llevó la mano derecha a la nuca y se mesó el cabello diciendo: «Chingao, no hay chile que les embone. Si no los agarramos, porque no los agarramos, y si los agarramos, porque los agarramos».
Volando por el nuboso cielo de Reynosa, me puse a pensar sobre el connotación ontológica de tan picantes expresiones, principalmente porque la palabra chile evoca una serie de significados para el populacho mexicano, que en realidad pudo querer decir cualquier cosa.
Casi omnipresente en el compendio de albures mexicanos, chile no sólo se refiere al fruto picante del arbusto del género Capsicum, sino también a una parte íntima de la anatomía masculina.
Para aclarar un poco de lo que tal vez pretendió decir el Presidente, analicemos primero el tema culinario.
Hay una canción muy conocida del folclore nacional que dice: «Yo soy como el chile verde, llorona, picante pero sabroso».
Y efectivamente, el chile, ají o pimiento sirve en la cocina mexicana como un importante ingrediente que aporta sabor y sazón a los más tradicionales guisos, tales como el mole poblano, los chiles en nogada, el guacamole, los tamalitos, los chilaquiles y los taquitos con su salsa molcajeteada.
Puedo decir, sin temor a equivocarme, que el chile es uno de los ingredientes que no puede faltar en la comida de todo mexicano que se respete: Jalapeños, morita, serrano, habanero, ancho, de árbol, piquín, japonés, morrón, ancho, de árbol, amarillo, blanco, cascabel, de agua, dulce, manzano y pasilla, por citar los más populares.
¿A quién no le ha pasado que de repente le da una mordida al taco y le toca un buen pedazo de chile? (Sin albur).
Inmediatamente se siente un tremendo ardor en la boca y dan ganas de beberse toda el agua del mundo, pero cuando pasa queda un agradable sabor que nos hace querer repetir esa experiencia masoquista.
Vayamos ahora al otro sentido de la expresión y tal vez hallemos ahí el verdadero sentido de la frase peñanietista: «No hay chile que les embone».
En el vasto catálogo de albures mexicanos nos encontramos con algunas joyas del ingenio y la picardía, por ejemplo, en la mesa, en una reunión con amigos:
-¿Te molesto con el chile? Es que me agarra lejos.
O:
-Pásame la torta de chile en papas.
Están dos peladitos platicando:
.Oiga, compadre, ¿cómo está eso del chile transgénico?
-Siéntese y se lo explico.
El chile está presente en casi todas las actividades del mexicano.
¿Quién no recuerda la mascota del Mundial México 86, un chile jalapeño con un sombrerote de paja llamado «Pique», en el cine, con películas como Picardía Mexicana, Las Enchilasas y Chile Caliente, entre otras?
Me niego a pensar que el presidensoda quiso jugarle un albur al periodista que lo entrevistó.
En todo caso, yo le hubiese dado una opción como respuesta ad hoc: «Siéntese un momentito, señor Presidente, no se vaya usté a cansar».
Por eso aquí nos quedamos con el albur al estilo Pegaso que dice: «Acércate a mi persona y procede a explicarme al fruto de alguna variedad de la planta Capsicum». (Ven y háblame al chile).
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