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AL VUELO-Chefs

(Este programa es público, ajeno a cualquier partido político. Queda prohibido el uso para fines distintos a los establecidos en el programa)


Por Pegaso

Sentado en mi cumulonimbus favorito este fin de semana, veía con interés un reality show de gastronomía que se ha popularizado en los últimos meses llamado Master Chef México.

Aunque no es nada nuevo, ya que fue creado en los noventa en Inglaterra por la BBC de Londres y posteriormente retomado en Colombia y España, el concepto es atractivo porque trata de encontrar al mejor cocinero amateur del país.

En algunos de los últimos capítulos que vi competían doce personas de distinto nivel socioeconómico y preparación académica.

Hay un estudiante de gastronomía, una alumna de preparatoria, una abogada, un agricultor y varios concursantes más que buscan demostrar sus habilidades culinarias (sin albur).

Pero sobresalen dos ejemplares de la raza de bronce: Doña Clarita, una mujer de mediana edad, con su mandil y su pelo recogido. Es la típica ama de casa mexicana, la que se levanta temprano a echarle las gordas al viejo para que se vaya a trabajar.

Doña Clarita tiene un lenguaje coloquial y siempre contesta con ocurrencias a los chefs Benito Molina Dubost, Adrián Herrera y Betty Vázquez cuando éstos le hacen alguna observación.

Sus palabras siempre salen espontáneas, típicas de la gente de barriada.

Bertha, por su parte, me recuerda a la indígena de los libros de texto gratuitos de antes, la que lleva la bandera escoltando a un niño que va a la escuela.

Sobresale por su sazón, pero también por su amplia sonrisa y sus ojos expresivos.

Estas dos mujeres, con ser las más humildes, les están pateando el trasero a las pomadosas y perfumadas niñas bien, a las profesionistas y a los estudiantes de gastronomía.

Hablando de los programas de cocina televisados, ¿quién no recuerda a Chepina Peralta, una de las más veteranas cocineras mexicanas?

Nuestras madres aprendieron algunos secretos de cocina con Chepina.

A mí, por ser un Pegaso gourmet, me fascina todo lo que se relaciona con la gastronomía, y así, he sido fiel seguidor de programas como Iron Chef América.

A pesar de que dejó de transmitirse hace dos o tres años, recuerdo como si fuera ayer que el Anfitrión, del cual nunca daban su nombre pero que se trataba del conocido actor y artemarcialista Mark Dakascos, presentaba a los integrantes del Panteón de campeones culinarios del programa: Bobby Flay, Cat Cora, Matsaharu Morimoto y Mario Batali.

Se trataba de hacer competir a chefs invitados contra cualquiera de ellos. Y casi siempre la casa ganaba.

También degusté durante varios años los programas del canal de televisión por cable Utilísima.

Los recuerdos vienen a mi mente, junto con los apetitosos platillos cajúm de Rachael Ray, las elaboradas pastas de Donato Di Santis o las suculentas carnes argentinas de Narda Lepes y las ensaladas de Dolly Irigoyen, sin saltarme los platos orientales de Iwao Komiyama y los delicatessen de Giada de Laurentiis.

Y mientras tanto, en México seguían la tendencia de hacer programas de cocina El Chefecito, Alfredo Oropeza, Aquiles Chávez y Benito Molina Dubost.

Aquí, en Reynosa, cierta vez hace algunos años le dije al entonces Presidente de CANIRAC, Alfredo Andrade Castillo, que sería muy atractivo organizar un concurso al estilo de Iron Chef.

Me contestó que sí sería un evento interesante, pero no le dio para adelante al proyecto.

Meses después la CANIRAC sacó la convocatoria para hacer un concurso de donde saldría el platillo típico de Reynosa.

Participaron más de una docena de personas, entre chefs profesionales, estudiantes de gastronomía de las tres escuelas particulares y cocineros amateurs.

Ganó un infame caldío de conejo.

El dictamen no agradó a nadie porque los jueces eran de otras partes del país y no lograron captar la esencia y los gustos de los habitantes de ésta región. Tal vez creyeron que aún andábamos en los montes, con taparrabos, buscando conejos para preparar la cena.

Poco después el Municipio, que en aquel momento estaba a cargo de Everardo Villarreal Salinas, tuvo que salir al quite y organizó un nuevo certamen donde, ahora sí, el platillo típico de los reynosenses resultaron ser los tacos de carne asada, con sus tortillas hechas a mano, su salsita de pico de gallo y sus cebollitas de rabo tatemadas.

La gran perdedora fue la papa asada.

La papa asada con bistek en trocitos, queso amarillo y crema, es una delicia para el paladar más exigente y un verdadero «bocatto di cardinale» que se disputan Monterrey y Reynosa.

Fuera de los platos típicos, en los últimos años Reynosa ha tenido un despegue en la industria gastronómica, gracias en parte a la presencia de por lo menos tres institutos privados de cocina, pero también al cada vez más exigente paladar de los comensales.

Y si es cierto que a partir del 2017 la revolución nos hará justicia y se empezarán a ver los beneficios de la Reforma Energética, es casi seguro que vendrán a instalarse compañías de diversos países, tales como España, Brasil, Canadá, Estados Unidos, Japón, Corea y otros, que demandarán platillos de calidad internacional.

En base a tal idea, insistí al doctor Patricio Mora para que incluyera una carrera de Gastronomía en su Universidad Popular Autónoma de Veracruz, pero por falta de presupuesto e infraestructura no fue posible. Además, el ex gobernador de Veracruz, Javier Duarte, estaba tan ocupado en robarse la lana que no dejaba nada para ese tipo de proyectos.

Luego planteé lo mismo al rector de la Universidad del Norte de Tamaulipas, Francisco Chavira Martínez, pero no hubo respuesta positiva.

Creo sinceramente que aquellas universidades que ya tienen algo adelantado en esa especialidad contarán con ventaja al momento en que los chinos empiecen a pedir chop swey de calidad, o los alemanes sus salchichas de cordero, o los italianos la pasta a la puttanesca y los franceses, boullobaisse.

Nos quedamos entonces con el refrán estilo Pegaso: «Está identificado como el Sesamum indicum de la totalidad de las salsas típicas mexicanas elaboradas a base de diversas variedades de capsicum molidas y adicionadas con especias y chocolate, acompañada con trozos de tejido muscular de la especie Sus scrofa domesticus, Gallus gallus o Meleagris gallopavo». (Es el ajonjolí de todos los moles).

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(Este programa es público, ajeno a cualquier partido político. Queda prohibido el uso para fines distintos a los establecidos en el programa)