Esta columna la escribí hace cuatro años, en el 2010, cuando el cinismo de nuestros gobernantes y del crimen organizado comenzaba a esta a flor de piel…
De alguna manera, todos hemos sido testigos del infierno en el que se ha convertido Matamoros, pero en lugar de azufre, únicamente prevalece el aroma a pólvora, y es que la lluvia torrencial de balas y los granadazos son cada vez más comunes en ésta ciudad, hasta podríamos decir que es muy normal escuchar las detonaciones por nuestras calles, pero en realidad, estamos hartos, cansados de ser simplemente espectadores en peligro de extinción.
La Secretaría de la Defensa Nacional, ha sobrepasado los límites de la cordura al poner en riesgo la vida de miles de civiles en esta ciudad, mujeres, jóvenes, niños que sin deberla ni temerla resultan afectados física, verbal o emocionalmente por la inconsciencia de los militares.
Sin embargo, todo tiene un límite, la pregunta es, ¿hasta cuándo llegaremos a ese límite? ¿Acaso hace falta cobrar más vidas irracionalmente?
Ahora la gente ya no muere por conducir en estado de ebriedad ni por padecer alguna enfermedad terminal; la gente de Matamoros ahora muere a causa de balas perdidas, de sustos y muere de miedo por la incertidumbre de nuestro futuro.
Queremos tranquilidad en esta ciudad, ya no queremos salir de nuestros hogares acompañados por el miedo a ser agredidos y perjudicados por algún enfrentamiento.
Hay quienes me dicen que hace falta una revolución de consciencias, otros me dicen que hace falta una revolución armada contra el mal gobierno y el crimen organizado, pero yo digo que por ahora es sumamente innecesario comenzar una tormenta de pólvora sin motivo alguno; simplemente están sembrando el terror en nuestra ciudad y en la consciencia de los ciudadanos ya no existe certeza de vivir seguros.
No obstante, a lo largo de la historia, el ser humano de alguna manera se ha caracterizado por protagonizar batallas, guerras, revoluciones que por causas justas o injustas cobraron millones de vidas, pero cambiaron completamente el rumbo de nuestra historia.
Pero ahora… dónde rayos están las causas justas, dónde quedaron los ideales y el respeto por la vida humana; ahora sólo somos espectadores de gente que juega a policías y ladrones con armas reales.
¡Ya basta señores! Ésta ciudad no tiene por qué ser el escenario de batallas innecesarias sin beneficios.
Y digo que son batallas innecesarias, porque si existiera la educación, si se difundiera la información requerida, si no hubiese desempleo, no existiría el crimen organizado, y es que dicen que el narcotráfico nunca terminará si se sabe administrar, pero la realidad es que si hubiese un buen gobierno que se preocupara por la educación de nuestros jóvenes y emplearlos, nuestro país no estaría viviendo los rezagos que comenzó el gobierno del Pan hace 10 años, ya que la guerra que comenzó el actual mandatario (Felipe Calderón), realmente no tiene ningún sentido.
No obstante, lo único que nos queda es haces algo por nuestra ciudad o simplemente esperar, esperar a que estas estúpidas batallas terminen de una vez por todas, pero en realidad no sé si sólo estoy fantaseando con los valores que me inculcaron, con los principios que he adquirido a lo largo de mi vida, ya no sé si en verdad existan las causas justas o si el raciocinio del ser humanos recobrará la cordura.
Sólo sé que llegaremos a un límite, pero no sé si será pronto o si tendremos que seguir esperando…
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