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Romero Deschamps: la reforma que falta (y que ya viene)

(Este programa es público, ajeno a cualquier partido político. Queda prohibido el uso para fines distintos a los establecidos en el programa)


La decisión se tomó en el contexto de la limitación de la profundidad de la reforma energética: la reactivación de la producción petrolera no podrá alcanzarse con el estilo de liderazgo del sindicato petrolero de Carlos Romero Deschamps.

Pero ya tomada la decisión, ahora falta el timing político para operarla: una gran reorganización del sindicato, no tanto en materia de derechos sino de funcionamiento interno porque el sindicato petrolero opera igual a los tiempos de Joaquín Hernández Galicia La Quina.

No habrá un quinazo u operación policiaco-militar para deponer al líder sindical, sino un relevo light, sin conflictos y buscando eludir la inestabilidad sindical. Ni será un elbazo porque al final de cuentas el líder Romero Deschamps ha sido un dirigente dócil a los intereses gubernamentales y de Pemex, sometido a las decisiones administrativas y silencioso en su actuar. En todo caso, lo que dañó al líder sindical fue su descuido en su imagen pública, las ofensivas fotos de su hija viajando por el mundo como hija de jeque petrolero.

Las leyes petroleras secundarias van a enfatizar la operatividad de la reforma que permitirá la participación privada en áreas de exploración y producción en porcentajes menores al 10%. Pero aun con esa baja participación, los empresarios privados –sobre todo los extranjeros– han enviado señales de que no quisieran trabajar con un sindicato que en nada ayuda a la productividad de la empresa y que es competencia desleal porque controla un porcentaje de los contratos.

De ahí que es cuestión de tiempo para operar el relevo de Deschamps y su principal operador Ricardo Aldana –tesorero del sindicato y el hombre de los secretos en el manejo de los recursos sindicales– y de alguna manera la reorganización del sindicato para quitarle privilegios que sólo beneficiaban a la oligarquía que maneja esa organización de trabajadores. Hasta donde se ha sabido, la decisión será tersa aunque existen mecanismos de autoridad por si acaso los líderes sindicales a última hora se resisten a abandonar.

El sindicato petrolero fue una decisión del presidente Cárdenas no sólo para amarrar la nacionalización del petróleo sino para construir un sindicalismo aliado al gobierno en un enfoque proletario-corporativo. El sueño de Cárdenas era un movimiento obrero casi como co-propietario del petróleo, pero un poco con el romanticismo socialista. La burocratización de la industria petrolera desactivó el potencial político del sindicato y lo convirtió en una carga de concesiones y beneficios sindicales; hoy el trabajador petrolero es propietario de la plaza, la alquila y ha aumentado el costo de producción.

Romero Deschamps arribó a la dirección sindical petrolera en 1993 por decisión del presidente Carlos Salinas de Gortari, luego del quinazo de 1989 que depuso a La Quina de la dirección sindical por convertir a la organización y sus recursos en un instrumento político a favor de la oposición y contra el gobierno del que recibía los fondos para operar. La Quina se enfrentó a Miguel de la Madrid y saboteó sin lograrlo la candidatura de Carlos Salinas de Gortari, además de que ordenó a los trabajadores petroleros –empleados de una empresa pública del gobierno– el voto por Cuauhtémoc Cárdenas en 1988.

La funcionalidad de Romero Deschamps en la dirección del sindicato petrolero era la ideal porque aceptaba todas las instrucciones y fue desactivando la potencialidad política del sindicato disciplinándolo al PRI. En el 2000 el sindicato fue usado por el PRI para canalizar fondos a la campaña presidencial de Francisco Labastida Ochoa y el escándalo llegó al IFE y a una multa al PRI por más de mil millones de pesos que afectaron las finanzas en la campaña de 2006.

Pero la reforma energética necesita a un sindicato sin Romero Deschamps ni Ricardo Aldana.

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